Paquita in drag, o de cómo comer niños


Todo el año habrá carne de infante, pero más abundantemente en marzo, y un poco antes o después: pues nos informa un grave autor, eminente médico francés, que siendo el pescado una dieta prolífica, en los países católicos romanos nacen muchos mas niños aproximadamente nueve meses después de Cuaresma que en cualquier otra estación.
Jonathan Swift, "Una modesta proposición"




Vestidos de lentejuelas... brillantes, particularmente brillantes; azul, morado, dorado, plata. Le acompañan joyas inmensas cuyo referente inmediato es el Monte de Piedad, ante la posibilidad del empeño millonario.

Cabello corto, tipo butch, muy amarillo. Un fleco detenido por Aquanet y los 80's. Una berruga a lo María Félix y por lo menos unos 40 kilos extra de bondad y gorditas de chicharrón. Las luces de sala se apagan, los dimers hacen lo suyo y las lentejuelas de Paquita brillan en los sacos de los apenados bio-hombres y las esperanzadas bio-mujeres.

Sale Paquita, sí, Paquita la del barrio, la de la vida difícil, la que llora en todas las entrevistas de los programas de chismes travestidos con el mote de "de espectáculos". Mi paquita, la que estuvo en la cárcel, acusada de evasión de impuestos. La que se aparece en las mejores fiestas sólo del brazo de José Alfredo o Juanga, cuando empiezan "las de dolor" o las de desprecio.

Sale Paquita, camina regia y lenta por el escenario cubierto de hielo seco y estroboscopios. Los tobillos martirizados por la presión del cuerpo y los tacones en oposición: no se quieren. Se detiene, extiende el brazo y la mano en forma de jícara. Se detiene Paquita y los primeros rascones del mariachi también. Paquita suelta las palabras proféticas:


Rata inmunda,
animal rastrero,
escoria de la vida,
adefesio mal hecho.

Infrahumano,
espectro del infierno,
maldita sabandija,
cuánto daño me has hecho.

Alimaña,
culebra ponzoñosa,
desecho de la vida,
te odio y te desprecio.

Rata de dos patas,
te estoy hablando a ti;
porque un bicho rastrero,
aún siendo el más maldito,
comparado contigo
se queda muy chiquito.



Es un mantra. Conjuro que convierte en sabandija a cualquiera que se le dedique. No hay acto de habla que revierta su efecto.

Paquita actúa, Paquita se traviste, Paquita canta, Paquita llora y se autonombra la encarnación del sufrimiento. El lenguaje, sobre todo en su función performativa, es sumamente poderoso. Todxs somos Paquita. Hay una Paquita en cada bar de esta ciudad. Ha llegado el momento de buscar el almacén que surte los vestidos de todas las paquitas del mundo: deambular por La Lagu hasta encontrarlo. Comprar un vestido de lentejuelas, una pulsera gruesesota, anillos grandes en todos los dedos, pestañas postizas, perlas y otras prótesis de la feminidad. Salir así a la calle o hacer la entrada triunfal a un antro muy fresa: hacer que los señoritos frunzan el ceño y lustren sus monóculos.



Paquita habló: "prefiero que se mueran los niños antes de que los adopten ellos". Sólo la Dra. Paquita dialogaría con Jonathan Swift. Hay que comernos a los niños: cocinarlos asados o en un buen estofado, antes de que sigan padeciendo hambre. Empecemos pues con la limpieza, con la cacería de niños potencialmente adoptados por familias conformadas por personas con la misma identidad genérica. Paquita habló. No tendremos más que obedecer. Me pondré mi vestido amplio de Medea suburbana y empezaré por los míos. C.N.

Para ver el video de Paquita, da click aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=3Uhhla1efwM&feature=player_embedded

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