NECROPOLÍTICA Y BIOMERCADO: EL TRÁFICO DE
CUERPOS EN LA FRONTERA NORTE
Georgina Carbajal
Universidad de Buenos
Aires/Universidad del Claustro de Sor Juana
"¿Qué soy? Una lesbiana feminista tercermundista inclinada
al marxismo y al misticismo.
Me fragmentarán y a cada pequeño pedazo le pondrán una
etiqueta"
Gloria Anzaldúa[1]
En la frontera norte de
México la fragmentación de los cuerpos ya no es sólo simbólica, por el
contrario se ha convertido en parte de las gramáticas del horror y hace
evidente lo que Agamben afirma sobre el “desplazamiento gradual de la realidad
concreta a figura retórica”; discurso
del dolor, lengua escindida y multiplicada, metáfora designificadora de
humanidad y “herida abierta”.
Desde
la década de los 90’s hay registro de la violencia ejercida en la frontera
norte de México, en esta década iniciaron los feminicidios en Ciudad Juárez
Chihuahua, en donde a pesar de la creación de instancias municipales, estatales
y federales, los crímenes no han cesado ni se han esclarecido lxs culpables;
actualmente y con la denominada “lucha contra el crimen organizado”, durante el
sexenio del presidente Felipe Calderón se contabilizan a más de 60,000
asesinadxs y no existen cifras oficiales sobre desaparecidxs y desplazadxs. Más
allá de los números que terminan por ser reduccionistas y eliminan el carácter
personal de la muerte y sus implicaciones, este trabajo propone una revisión
del concepto de necropolítica y su relación con las dimensiones bioeconómicas
que constituyen la cadena de producción/distribución/consumo y las tramas de la
violencia en la frontera.
La
revisión del desarrollo de herramientas y discursos tecnonecrófilos en
esta zona geopolítica de México nos sitúa en la conformación de los elementos
subjetivos que componen los escenarios de la violencia; situar los feminicidios
en Ciduad Juárez como parte de un proceso de agudización y muestra hiperbólica
de los signos de la muerte, nos permite establecer vínculos entre la
espectacularización de la violencia, los consumos bioeconómicos y el tráfico de
cuerpos que tienen lugar en esta zona.
En
“Derecho de muerte y poder sobre la vida”, ensayo de Foucault que ha servido
como referencia para la contención del concepto de necropolítica, se analizan
las formas discursivas que adquieren las prácticas de poder y se hace evidente
que
el viejo derecho de hacer morir o
dejar vivir fue remplazado por el poder de hacer vivir o de rechazar hacia la
muerte (…) Ahora
es en la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder establece su fuerza;
la muerte es su límite, el momento que no puede apresar; se torna el punto más
secreto de la existencia, el más "privado"
(…) La vieja potencia de la muerte, en la cual se simbolizaba el poder soberano,
se halla ahora cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y
la gestión calculadora de la vida.[2]
De la injerencia de los bancos en la vida a las
prótesis del género que nos visten a diario, las metáforas del capital se
vuelven realidad pura, palpable, compañero de tiempo completo y el vecino incómodo
al que todo mundo termina por tolerar. Tijuana es el Garage de California, dice
Sayak Valencia, y México el traspatio de los Estados Unidos. No somos siquiera
economía espejo, tenemos un sistema económico supeditado a los designios de la
ficción globalizadora, travestida de preocupación mundial por el calentamiento
global y la asistencia a los países en vías de desarrollo. Las catástrofes
naturales tienen un responsable anónimo que calla las preguntas, lo mismo que las
caídas de las bolsas, los gasolinazos y el incremento al precio de la tortilla.
FRONTERAS
La frontera, en palabras de Gloria Anzaldúa, tiene una fecha
de nacimiento. La línea divisoria entre México y Estados Unidos emprendió un
viaje migratorio para dejar atrás los territorios de lo que hoy es Texas, Nuevo
México, Arizona, Colorado y California”. El 2 de febrero de 1848 la frontera,
desterrada, tuvo que moverse dejando a 100,000 ciudadanos mexicanos bajo la
prohibición de hablar su lengua. Es entonces cuando Anzaldúa da cuenta del
comienzo de la fiction of white superiority: “Con el destierro y el exilio
fuimos desuñados, destroncados, destripados – we were jerked out by the roots,
truncated, disemboweled, dispossesed, and separated”.[3]
La frontera vivida como el límite, el espacio
marcado y delineado ya sea por un orden político, ético, lingüístico e incluso
sexual, se establece de forma tajante y sin relatividades; se está de uno u
otro lado del “borde”; actualmente, sabemos que las fronteras se complejizan y
delinear con marcador negro los territorios parece, cada vez más, una tarea
centralizadora.
Crecen las poblaciones y las ciudades parecen reducirse frente a
las necesidades de sus miles e incluso millones de habitantes; ya no se trata de
la geografía y la cantidad de personas por metro cuadrado, se trata de economías,
de oportunidades laborales, de derechos humanos básicos. Las migraciones
forzadas, entonces, no sólo responden a conflictos armados sino a un mapa
económico en el que se puede leer la desigualdad y la incongruencia en la
distribución, no de los capitales, sino del cumplimiento de las garantías básicas
para la sobrevivencia humana.
CONSUMOS
Entre el espectáculo del reality para elegir la siguiente “idol
star” y la especulación de la bolsa de valores, parece haber una brecha
invisible. Entre la representación escénica y la práctica de un concepto que en
sus planteamientos más básicos ostenta la competencia por alcanzar valores
sostenidos en el consumo, se sumerge la misma línea discursiva en la que se
observa sólo un objetivo: mantenerse a sí mismo como el único y último sistema
de representación viable para mantener EL Orden. Pero, entonces, ¿cómo traducir
las muertes y las situaciones deplorables que se erigen como resultado de la estabilidad
ofrecida por las ficciones políticas y económicas?
Los tránsitos se aceleran, las distancias se
recorren una y otra vez para “acercar” y llevar productos; en este traslado
constante, los cuerpos también participan de los tráficos en las fronteras y no
sólo enmarcan sino que activan los elementos que integran la representación de
un sistema económico en el que el principio y fin último de las acciones
humanas están relacionadas al consumo y el sujeto sólo adquiere un valor
representativo como parte del intercambio activo y de las diferentes formas de
participación de la producción/consumo.
Acercarnos a una realidad en la que los
cuerpos han quedado desprovistos de su calidad de sujeto y de su capacidad de
acceder a las necesidades básicas frente a las crecientes demandas del sistema
es acercarnos también a las formas performáticas de la violencia.
Las reacciones del Tercer Mundo frente a las
exigencias del orden económico actual, dice Sayak, “conducen a la creación de
un orden subyacente que hace de la violencia un arma de producción y la
globaliza”[4], de esta
forma, la “maquina-ria” de representación regula sus estrategias a partir de
las prácticas cotidianas del mercado. De esta manera, lo que se nos propone es
“la lectura del concepto de biomercado como una categoría epistemológica para
decodificar el nuevo capitalismo en sus demandas y prácticas de consumo”.
MENSAJES Y SU DISTRIBUCIÓN
Sobre el Feminicidio en Ciudad Juárez, Rita Laura Segato afirma
que la lectura de estos actos debe elaborarse a partir de dos ejes; de acuerdo
con la autora, en el vertical, el agresor habla a la víctima y su discurso adquiere
un cariz punitivo y moralizador porque en ese imaginario compartido, el destino
de la mujer es ser disciplinada y reducida; por otra parte, en el eje
horizontal, el agresor se dirige a sus iguales, a otros hombres con los que
compite por de-mostrar su masculinidad, asegurando su ingreso a la sociedad,
el autor de este crimen es un sujeto que
valoriza la ganancia y el control territorial por encima de todo, incluso por
encima de su propia felicidad personal. Un sujeto con su entourage de
vasallos que deja así absolutamente claro que Ciudad Juárez tiene dueños, y que
esos dueños matan mujeres para mostrar que lo son. El poder soberano no se
afirma si no es capaz de sembrar el terror. Se dirige con esto a los otros
hombres de la comarca, a los tutores o responsables de la víctima en su círculo
doméstico y a quienes son responsables de su protección como representantes del
Estado; le habla a los hombres de las otras fratrías amigas y enemigas para
demostrar los recursos de todo tipo con que cuenta y la vitalidad de su red de
sustentación […].[5]
Desde la revisión antropológica que Gyle
Rubin elabora en “El tráfico de mujeres: notas sobre la ‘economía política’ del
sexo”, se han puesto en evidencia los pactos que establecen los hombres a
partir de la significación como objeto de cambio, de los cuerpos de las mujeres
y de las formas en que esta subjetivación genera relaciones homosociales que
sostienen principios económicos. Rubin articula este intercambio en la
naturalización de algunas prácticas relacionadas con el matrimonio y las
maneras “legales” y retóricamente eufemísticas de ejercer poder sobre los
cuerpos de las mujeres. En la revisión de Segato estamos ante el mensaje casi
literal en el que se establecen acuerdos y mensajes en dos ejes, una gramática
legible del poder. Desde 2006, los mensajes incorporan elementos “sofisticados”
que han facilitado la espectacularización de las muertes y que podrían ser
entendidos dentro de la estética gore,
como Sayak Valencia propone para elaborar un “discurso con poder explicativo
que nos ayude así a traducir la realidad fronteriza
del capitalismo gore y de su creación de un desplazamiento epistémico
basado en la violencia, el (narco)tráfico y el necropoder; y que además
evidenciase algunas de las distopías de la globalización.”[6]
El Blog del Narco (mundonarco.com) es uno de
los grandes repositorios digitales de información sobre los carteles
mexicanos y sus hecho delictivos. "Videos y Fotos e Información, todo sobre el Narcotráfico en México. Balaceras, Sicarios, Levantamientos, Drogas, Aseguramientos, Noticias ...", es la descripción
básica que muestra el portal. Además, llama la atención la invitación
que el sitio hace para colaborar con enviar materiales que podrían ser
publicados en el sitio: “Colabora con El Blog del Narco por un
México mejor, Puede envíar fotos, Vídeo e Información sobre el
narcotráfico en México a nuestro email siempre 100% anónimos" [sic].
La población espectadora de la violencia queda invitada a convertirse también
en productora de la espectacularización. El llamado a construir un
"México mejor" queda almacenado en los megabytes de los videos explícitos,
cada vez más crudos y cada vez mas gore. No existe en el
sitio propuesta alguna, ningún llamado a tomar acciones concretas o a
pensar posibles soluciones.
Actualmente sabemos qué recordar y cómo
hacerlo, los dispositivos móviles y portátiles contienen los elementos que
presuponen lo que cualquier persona requiere para registrar y hacernos
partícipes “en tiempo real” de los acontecimientos. La violencia no sólo ha
sido parte de estos procesos sino que ha creado sus propios espacios y sus
estrategias de espectacularización; lo que Segato señala sobre los cuerpos de
mujeres asesinadas en Juárez será apenas el inicio de una sofisticada gramática
del horror y la tortura:
la legitimidad de un imaginario
social donde la violencia y el crimen son simples herramientas para ganar
dinero hace que cualquier comportamiento criminal (sobre todo el del gobierno)
encaje a la perfección, desdibujando los alcances de la ética para abordar
ciertos fenómenos y desresponsabilizando las prácticas políticas que rayen en
la ilegalidad, puesto que la criminalidad será entendida como una herramienta
que se ciñe a los estándares establecidos por los líderes de la economía
mundial.[7]
Los medios tradicionales y los digitales pusieron énfasis no en
las tramas en torno a la violencia que comenzó en la frontera norte del país,
sino en las formas espectaculares que habían tomado los mensajes, la siguiente
noticia debía siempre superar la expectativa y el horror; en internet
proliferan los videos de las torturas y los registros de asesinatos; a partir
del 2006 las “narcomantas” informan la autoría de los asesinatos, refieren al
cartel o la “familia” que se adjudica el crimen e incluso la razón por la que
se realizó el mismo. Los cuerpos fragmentados se convirtieron en una
recurrencia dentro de los mensajes, las formas elaboradas y sofisticadas
aparecieron en la televisión y las pantallas de los computadores accedían al
reality de la tortura. Instalaciones, mensajes escritos, videos snub, la
proliferación de estas imágenes merecen un trabajo más detallado sobre las
retóricas utilizadas en los asesinatos, sus significados específicos, lo que
dicen y lo que callan.
El feminicidio en Ciudad Juárez estableció el
marco de referencia para analizar algunos de los relatos y correlatos que se
traman dentro de la producción/distribución/consumo que hiperboliza los lenguajes
de la muerte en la frontera y hace evidente que
la finalidad del capital es la producción de
la diferencia mediante la reproducción y ampliación progresiva de la jerarquía
hasta el punto del exterminio de algunos como expresión incontestable de su
éxito, concluiríamos que solamente la muerte de algunos es capaz de alegorizar
idóneamente y de forma autoevidente el lugar y la posición de todos los
dominados, del pueblo dominado, de la clase dominada. Es en la exclusión y su
significante por antonomasia: la capacidad de supresión del otro, que el
capital se consagra.[8]
Mujeres, migrantes, campesinxs, los cuerpos que transitan por la
frontera se convierten en moneda y tipo de cambio, producto rentable, signo
lingüístico del poder en donde, de acuerdo con Mbembe, “la soberanía significa
la capacidad de definir quién importa y quién no, quien se
encuentra disponible y quién no”[9], en este
sentido, los feminicidios cometidos desde hace casi diez años articulan y
visibilizan al patriarcado como forma inherente de las expresiones
capitalistas.
Las líneas planteadas en este trabajo se han
articulado a partir del tráfico de cuerpos en el norte de México porque este
intercambio y tránsito característico de las fronteras ha conformado la
producción de las subjetividades que potencian la violencia y las formas del
necropoder que no se articulan a partir de las instancias de regulación
normativa legal, sino por las formas adoptadas del biomercado; cada vez más,
como lo señala Foucault, “las guerras ya no se hacen en nombre del soberano al
que hay que defender; se hacen en nombre de la existencia de todos; se educa a poblaciones
enteras para que se maten mutuamente en nombre de la necesidad que tienen de
vivir. Las matanzas han llegado a ser vitales.” En este sentido, la (B)iolencia
no sólo es necesaria para la cadena de producción/gestión/distribución/consumo
de estas sociedades capitalísticas, la Biolencia y su espectacularización han
configurado el sentido cotidiano.
En nuestra época existen instancias reguladoras
como el hospital, la escuela o el reformatorio, que han sido motivo de análisis
de pensadores como Foucault quién evidenció su función normativa, de tal forma
que podemos distinguirlas como esos mecanismos que diseminan y propagan el tipo
de pensamiento deseable para el contexto político-económico, sin embargo, a
partir de la revisión que el mismo pensador desarrolló también pudimos observar
que los “panópticos” no requieren una arquitectura de cemento, cada vez más
estamos frente a cuerpos productores de vigilancia, ya no se trata de un poder que
provenga del “afuera”, se trata de nuestros cuerpos re-produciendo sistemas de
auto-opresión que se normalizan a través de la cadena del deseo, frustración y
consumo.
Pensar en el valor económico participando en
un ritual selvático y semi primitivo, bajo la dirección de Umberto Lenzi u observar
los cuerpos reales que se manifiestan y participan en el acto ficcional del
pacto económico y político, nos facilita el acercamiento con algunos de los
procesos sociales actuales. Migración, desigualdad de oportunidades,
discriminación, resentimiento social y rezago educativo son sólo algunos de los
componentes inherentes del escenario cotidiano que se sostiene en la idea teorética
del avance y el espejismo ofrecido por la noción de progreso.
Al igual de las transnacionales deshumanizan
a los sujetos que sirven sólo como mano de obra para la ejecución de líneas de
producción en las maquilas, así las organizaciones, grupos paramilitares,
carteles y militares deshumanizan los cuerpos que les sirven como carne de cañón
frente a los múltiples enfrentamientos. Hacer una revisión sobre las gramáticas
del horror y los correlatos que se generan en torno a la violencia en la
frontera norte de México nos lleva al territorio de las preguntas frente a las
nuevas –y no tan nuevas- formas de colonialismo, nos lleva de vuelta a esa
lengua ininteligible y cambiante, al cuerpo fragmentado, a la gramática del
horror, lengua en resistencia, lengua lastimada, lengua espectacularizada para
el noticiero que olvidará la nota al día siguiente.
[1] Gloria Anzaldúa, Borderlands/La
Frontera. The New Mestiza, 2a edición, Aunt Lute Books,
California, 1999
[2] Michel Foucault, “Derecho de muerte y
poder sobre la vida”, Historia de la
Sexualidad I, Siglo XXI, Buenos Aires, 1992.
[5] Rita Laura Segato, Territorio, Soberanía y Crímienes de Segundo
Estado: La escritura en el cuerpo de las Mujeres Asesinadas en Ciudad Juárez,
Serie Antropológica, Brasilia, 2004
[8] Rita Laura Segato, Op. cit.
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