La banalidad del mal, comentario a la película Hannan Arendt

Por: Cecilia Núñez. Universidad de Buenos Aires


Uno de los temas centrales de la película es la reflexión sobre la culpabilidad, ¿qué hace a una persona culpable de un crimen atroz? ¿Ejecutarlo, pensarlo, permitirlo? La polémica desatada por la publicación de los artículos de Hanna Arendt nos hace pensar en el tema más allá de la exigencia del castigo. Desde su reflexión interdisciplinaria, Arendt no se autonombraba únicamente como filósofa, ni su pensamiento se inscribe necesariamente en la filosofía política. 

En este filme vemos a una Arendt ocupada en desentrañar teóricamente y también desde la experiencia de lo vivido aquello que lleva a una persona volverse genocida, y no lo hace tampoco desde una crónica periodística, ni desde un mero reportaje que cuente lo sucedido. La presencia de Hanna Aendt en los juicios de Eichman, en Israel, la lleva a pensar en las palabras, y pensar -oímos de la voz de Heidegger- es un acto en solitario. Es precisamente el análisis sobre el acto de pensar, o bien, de no pensar y solo ejecutar órdenes, lo que Arendt ve de particular en este juicio contra Eichman por ser partícipe en el asesinato de más de 6 millones de judíos en la Alemania Nazi.
Así como Theodor Adorno se pregunta si es posible la filosofía y qué pasa con la interpretación cuando el mundo fracasa, Ante la banalidad del mal, nos dice Hanna Arendt, las palabras y el pensamiento se sienten impotentes, hay un aparato burocrático mucho más grande, del cual Eichman es simplemente un pequeño engranaje.

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